Desde el Departamento de Lengua Castellana y
Literatura hemos organizado este curso un concurso literario de narrativa breve
con la finalidad de promover la creación literaria y el talento de nuestros
alumnos y alumnas. Creemos necesario reconocer el buen trabajo y el esfuerzo
del alumnado que participa activamente en las diferentes actividades promovidas
desde el IES En Francesc Badia. Los finalistas de este concurso han sido: Alba
Navarro Moreno de 4º ESO PR4, Mario Boluda Fuentes de 1º de Bachillerato Humanístico
y Social y Sarah Quiles Bastida de 1º de Bachillerato Científico. Enhorabuena a
todos y a todas. Por último queremos agradecer la colaboración del AMPA del IES
que ha formado parte del jurado que ha decidido la resolución del concurso y
que ha aportado la cuantía económica de los premios. Muchas gracias.
Diary of a Psicopath Whore
Me alegraba saber que la portada de
este portentoso libro no fuera algo para recordar. “Me interponía en la
infinidad de tus asuntos por pensar que te volvería a hablar”-Dije mientras la
miraba desconcertada, a pesar de mis 23 años, y mi peculiar nombre, Margo.
Mientras me desperté de aquello, iba
dejando la penumbra y aún me quedaban dudas de si respirar sería una buena
ejecución después de aquello. Tenía las flores de los sentimientos contraídas,
con la abrumadora esperanza de abrazarte. La soledad se me escabulló de nuevo
cual pastilla de jabón, y volví a preocuparme de su presencia, esa que inundaba
la sala, pero que a mí, no me lograba tocar. Decidí dejarme los aspavientos;
recordar que mi madre acababa de fallecer, e irme a casa, sola.
Aún habiéndome perdido, conseguí llegar
a mi casa y abrir esa tan grandiosa puerta, disfrazada de un gris cansado.
Verde. Lúgubre. Azul. Sucio.
Vacío. Eran adjetivos para algo
desconocido, después de haber atravesado lo conocido y vuelta a empezar.
Estaban mis cosas, creo, tenía pinta, pero no iba a pararme a comprobarlo, ya
que solo veía vacío y oscuridad. En un salón donde no era el mío, no era mi
casa, ni los recuerdos de cada remoto mueble me hacían constatarme de que aún
no seguía perdida, a pesar de haber llegado ya a casa. Todo estaba mal, no
estaba nada. Había un mísero foco de luz que apenas alumbraba una cuarta parte
del salón, las cortinas eran más oscuras de lo que recordaba, y el sofá en el
cual estaba tumbada, era mucho más incomodo de lo que nunca me había parecido
ser el sillón de mi casa. En frente de
mi había películas, supongo que alguien se lo pasará bien viéndolas. Desde hace
casi dos horas intentando llegar a casa y, ¿qué es lo que me encuentro?, una
sala fría y sin apenas recuerdos que alegrarme la cara se caían sobre mis ojos,
ni una sola toma de aliento de haber llegado a casa, esta no es mi casa. Mis
sentimientos recordaban en tercera persona, como en una suposición, donde no
estaba yo, y mis piernas aún decían a mis pies. ¡Despertad!¿ hemos llegado a
casa?
Entonces, un ruido desagradablemente
desconsiderado sonó tras la puerta de abajo, la desesperación del sonido y mis nervios hacían un camino
inviable hacia la desesperación. Y entonces contesté -Quién.
Una voz masculina me respondió que
abriera, y abrí, no hable, y me quedé callada porque así, es como lo dejo pasar
todo.
Me quedé dormida, en ese ridículo sofá
que tanto dolor de cuerpo me causaba, y me desperté justo unos metros más abajo
de donde yo, posteriormente me quedé frita. Aún no había enfocado la vista,
cuando un hombre me dijo: – Antes podía contigo, ahora pesas demasiado.
Era mi padre, se había enterado de lo de mi
madre y había decidido venir a echarme un ojo con todo.
Mientras me explicaba todas y cada una
de las razones por las cuales a pesar de llevarnos tan sumamente mal había
decidido venir, yo me quedaba callada, y él también lo hizo esperando alguna
respuesta de alguna pregunta sin sentido, lo que para él era un gran momento
incómodo, yo lo disfrutaba debatiendo con él grandioso silencio, pero siempre
acababa ganando él.
Entonces pues, rompí el debate con el
silencio perdiendo así, y le solté a mi padre que no me apetecía cenar, que
quería estar sola un rato y dormir un poco más, que había sido un día muy duro.
Él asintió, y yo me fui a mi habitación.
Casi caigo rendida intentando recordar
a mi madre cuando aún le quedaban pulmones para respirar, pero a saber el
porqué me vino a la mente aquel día, justo un mes antes de que mi madre
falleciera, me encontré con un grupo de muchachos que me inundaban de ser
débil, de cagarla siempre y de ser una aguafiestas, y BUM, me acordé de mi tío
Radeck casi automáticamete.
Las pocas veces que mi tío Radeck y yo
salíamos, fue cuando tenía 16 años, mi tío no pensaba como yo en casi ningún
aspecto, la diferencia se interponía en que él se limitaba a cambiarme de
opinión, con unos argumentos limitadamente penosos.
Después de todo, me quedé dormida
viendo “in the middle” por cuarta o
quinta vez.
Y muy en el fondo pensando si era mi
tío, si era yo, si era mi adolescencia, o si era un caos y realmente estaba
chiflada de la cabeza, y por no darle más vueltas, decidí responderme con que
estaba como una regadera, y que a veces era mi adolescencia, otras mi tío, y
otras muchas era porque a mi cabeza le faltaba más de un cable y cuatro
tornillos, y aunque me daba impotencia, era lo que era y ahí se quedaba. Y
sinceramente, creo que estoy más tranquila sabiendo que me falta un hervor.
Me desperté a las 14:34 del día
siguiente con una rabia indescriptible por no haberme levantado antes, y allí
seguía mi padre viendo “University Man”
en el sillón.
-Tenemos que comprar uno nuevo. Dije
mientras señalaba el sofá con la cabeza.
-Sí, es cierto. Me dijo. -Está un poco
viejo ya. Prosiguió.
Era Marzo y como no hacía un buen día
me dirigí al balcón, donde había una mesa blanca ovalada que ocupaba gran parte
de dicho balcón, y observé la calle, la
misma donde asesinaron a mi difunta madre, y atropellaron (hace ya unos cuantos
años atrás) a mi gato Melfish. Hacía frío, ya que como he dicho antes,no hacía
un buen día, pero estaba dentro de mis interiores, calmando las calamidades de
los demonios que inundaban mis adentros, y allí siempre hacía frío, así que la
frialdad de la calle pasó desapercibida. Siempre me habían dicho que parecía
una chica muy impasible, pero siempre me habían parecido una gran estupidez ese
tipo de comentarios.
Entonces algo helado se acercó a mí con
susurros indescifrables, pues justo antes de que pudiera sentir el calor de su
respirar sabía que no me hallaba sola, demasiado silencio inusualmente callado
en una calle tan vacía como la de mi casa, pues tenía la sensación de una
segunda presencia conmigo, cargada de odio ira y dolor que se atolondraba sobre
mi cabeza en bucle, me iba aferrando los sentimientos de una manera uniforme,
hasta descomponerlos todos, era imposible moverse, ni el más remoto ruido de
las lágrimas al chocar con la desesperación de sus pestañas, de las pestañas de
ese espectral ser que tanto temor me causaba, sus ojos, su pesar, pesaban
demasiado para poder sobrepasarlo sin más e irme de rositas.
Pues tenía que sufrir, era mi papel en
dicho momento y nadie podría habérmelo arrebatado sin más.
La presencia se olvidó de mi, o yo de
ella, ya no sentía nada, literalmente nada, se me había dormido todo el cuerpo
y casi ni podía moverlo sin quejarme.
Decidí entrar dentro gracias a mi
teoría de que dentro de la casa estaría más segura que en cualquier otro sitio,
cené, y me encerré en el cuarto como todos los días antes de ir a dormir, solo
que esta vez, no fui a dormir. Me quedé pensando de dónde vendría aquello que
fuera que me atacó hacía apenas ni 8 horas, pero no había teorías creíbles que
hablaran de ello, y me iba a dormir ya, frustrada por no encontrar respuestas a
nada, pero justo cuando mis nervios se desquiciaron, apareció, una luz inundaba
la sala y aún así se dignó a aparecer para hacerme lo que quiera que me
esperase ahora, y me desquicié junto con mis nervios cobrados vida.
La fuerza espectral pegaba los
chillidos que yo no pude especular, se me irritaba la piel con solo el tacto de
dicha magia, no sabía cómo describirla y empezó a girar alrededor de la sala,
diciendo cosas en otro idioma, podría asegurar que era inventado porque aquella
cosa no parecía lo suficientemente cuerda como para hablarme sobre cualquier
teoría y se dignaba a molestar, a molestarme a mí, y a mi poca paciencia.
Especuló una sonrisa, dejándome muda, y me atravesó el pecho 5 veces seguidas,
aún seguía muda cuando se quedó delante de mí, en frente de mí, como esperando
respuesta, una respuesta que puedo asegurar, no le iba a llegar. Borró la
sonrisa de su, llamémoslo cara, como si se arrepintiera de ello o como si nunca
lo hubiera hecho, y me miró a los ojos, aquellos ojos no tenían nada parecido a
ojos medianamente humanos, excepto aquella forma ovalada propia de un ojo, así
que contemplé su temor en las casi manos y su dolor en sus cuencas, apretó sus
puños y gritó, dejándome sorda y casi muda dejando mi garganta irritada, y se
fue, casi llevándose así el poco aire que quedaba en la sala después de todo
aquello, todo volvió a la calma, y yo me dejé caer sobre mi chirriante cama,
como si no pudiera con mi cuerpo, como si acabara de correr 30 maratones
mundiales de 15 kilómetros cada uno.
Casi ni me tapé, y me dormí en pleno
pensar de mis desdichas, los 4 sentidos de mi cuerpo se habían amarrado a mis
manos en forma de cuerda, y me dolían al verlos tan fugaces ante cualquier
cosa.
Sentía la sensación de tranquilidad
recorriéndome la piel uniformemente en forma de ventisca, ventisca procedente
de la ventana, ventana abierta que apenas recordaba, haciéndome notar así que
ya no me faltaba aire para aquella función básica que era el respirar de una
persona, y me quedé dormida, en aquella tranquilidad propia del mar,
tranquilidad del sopesar trasluz de la habitación, pues estaba en medio de un sueño y a penas
recordaba mi nombre.
Me desperté a las 15:19 del día
siguiente, el sol del mediodía se posaba sobre mi piel y por las cortinas trascurrían
las horas a mi pesar de mi tan profundo sueño.
Abrí los ojos, y como cada mañana, miré
el reloj, las tres y veinte, me había dormido otra vez, qué estúpida, estaba
intentando no cabrearme conmigo misma pero era inevitable, mis intentos por
tranquilizarme no dieron por fin sus frutos y me agobié, de tal forma que
aquella monstruosa criatura volvió a aparecer, ocupando gran parte del comedor
donde yo me encontraba, me caí al suelo, pero no me hice daño, aún tenía el sentimiento agobiante
de segundos atrás a flor de piel y no sabía cómo actuar, dado que la cosa
empeoró por momentos.
Envolvió de humo el gran salón donde me
encontraba, y toda su ira se apoderó de mi desquicia, arrancándome la felicidad
en un inescrutable intento de persuasión que invadía mi mente, pero todo estaba
en calma, no había ningún otro ruido en toda la casa excepto su respiración y
la mía, que desagradablemente, iban a la par, pero oí la llave chocar con la
cerradura de la puerta principal, y me desmayé, incapaz de demostrar nada ante
nadie por mi gran asquerosa valentía.
-De lo único que me acuerdo, fue que me
caí cuando me estaba haciendo la comida, y no recuerdo más. Dije a mi tío
Radeck minutos después de despertarme.
-Pero te has desmayado en el comedor.
Contestó.
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